martes, 2 de septiembre de 2008

PERU: La Nación Navajo ha aprendido una lección acerca del uranio – ¿alguien más la aprendió?


Buena parte de la provincia de Carabaya, Puno, ha sido concesionada por el Ministerio de Energía y Minas de Perú, para la exploración de uranio. Las poblaciones que ocupan esos territorios, son originarias, de habla quechua y de origen Callawalla para algunos investigadores y Moxo, para otros. La tierra, adjudicada por el Estado a comunidades campesinas, está dedicada principalmente a la crianza de alpacas, actividad que por lo demás es ancestral, data de miles de años y está plasmada en los cientos de pinturas rupestres y petroglifos de la zona con además, un paisaje excepcionalmente bello. Las fotografías adjuntas dan fe de ello.

Poco se sabe de la explotación de uranio en el país, por lo que es útil cualquier referencia, más si se trata de poblaciones nativas en otras partes del mundo. De allí que presentamos extractos de un reportaje de Laura Paskus sobre la experiencia de los Navajo, de los Estados Unidos, con el uranio.


Laura Paskus

Yellowcake Blues

Publicado el 11 de octubre, 2006
Traducción: Kelly Steffen, con la colaboración de Eugenia Uría y Yenny Calla (SER, Puno) Edición Fotos: Rainer Hostnig.

“El sueldo era suficiente para mí en ese tiempo” dice William López, un hombre navajo ya mayor que hace 40 años trabajó en la compañía Rare Metals Corporation Mill en Tuba City. Él fue contratado por primera vez en 1959 cuando había muy pocos trabajos en la reserva. “Gané un poco más dinero con la compañía que en otros trabajos que yo podía conseguir en esa localidad”.

Cerca de ocho años, López y su cuñado, George Brown, chancaron uranio, separándolo en grados diferentes, y luego mezclando y lixiviando el uranio para convertirlo a líquido. Hasta que la planta cerró en 1966, los hombres trabajaban cada día envueltos en una nube de polvo de uranio, regresaban a sus familias cada tarde con uranio bajo sus uñas y en las plantas de sus zapatos.

Con el descubrimiento del uranio cerca de Grants, Nuevo México, en 1950, la reserva de los navajos tenía 4 molinos y más de 1,000 minas. Pero al inicio de los 90s, cuando el precio de uranio bajó a sólo $7 dólares por libra, el boom había terminado y muchas de las compañías salieron, dejando la reserva llena de minas y molinos que eran radioactivos y tóxicos. De los montones de residuos secos, el viento esparció el polvo por los hogares y hogans (casas de los Navajo), mientras que en época de lluvia, los arroyos, mayormente secos, se llenaban de torrenciales aguas de contenido tóxico.

Recién décadas después que el molino “Tuba City” fuera cerrado, López, Brown y otros supieron que habían estado expuestos al uranio radioactivo y a sustancias químicas tóxicas, y con ello al riesgo de contraer enfermedades como el cáncer al pulmón, fibrosis pulmonar, y tal vez a enfermedades de los riñones y linfoma. “Debería haber una sanción porque las personas no fueron informadas de estas consecuencias” dice Brown, que sigue siendo molesto con el gobierno de los EE.UU. “Tú les entregas todos esos años a ellos y luego ellos te abandona”.

Sin embargo, cuando la Nación Navajo tomó la decisión de estar mejor sin la explotación de uranio, la industria está ansiosa de emplear nuevas tecnologías para extraer uranio del subsuelo de la reserva, utilizando agua y químicos, frente a la antigua opción de extraerlo mediante minas abiertas y túneles. Y mientras el Estado de Nuevo México evita los temas de soberaneidad tribal, el Gobierno Federal está a punto de aprobar toda una nueva generación de minas de uranio en la reserva de los navajo.

Historias trasmitidas de generación en generación advierten que ciertas substancias es mejor no tocarlas y dejarlas donde están. Para los navajos, el uranio es una de estas substancias. En abril pasado, el concejo del pueblo navajo proscribieron las minas y la extracción de uranio en la reserva. En la resolución, que se aprobó por 63 votos a favor contra 19, reconocieron que el uranio ha dañado la salud de las personas, el medio ambiente, y la economía del pueblo Navajo - y también reconfirmaron el derecho soberano de la etnia de controlar sus propios recursos naturales.

El presidente Joe Shirley Jr.- quien frecuentemente usa la palabra “genocidio” cuando habla sobre el legado de las minas de uranio en la reserva- firmó esa resolución, y luego, emitió una orden ejecutiva que prohibe entablar negociaciones con las compañías que proponen la extracción de uranio en sus tierras.

“Todo este tiempo que la Nación Navajo ha tenido que tratar el asunto del uranio", señala el Presidente Shirley, “han sido de sacrificio”. A su vez, George Hardeen, director de comunicaciones del presidente y vicepresidente del pueblo Navajo dice: “El mayor daño es la pérdida de vidas, conocimientos, sabidurías, canciones y ceremonias. Había curanderos que también trabajaban en las minas, pero ahora están muertos. Esto significa una pérdida cultural, no sólo una pérdida para las familias individuales”...

Según Eric Jantz, abogado del staff del “New Mexico Environmental Law Center”, las nuevas propuestas de extracción de uranio amenazan al navajo en la parte oriental de su territorio y su agua para consumo doméstico. Además dice: “Nosotros estamos en la cúspide de un nuevo boom del uranio”. Él cree que la compañía Hydro resources Inc. es sólo la primera de muchas compañías que quieren explotar el uranio en el área, y que el caso elevado al UDS Nuclear Regulatory Comisión se ha convertido en un caso piloto al que otras compañías observan con detenimiento, haciéndose preguntas como: ¿Hasta donde podrán pelotear a los Navajo? y ¿Qué estándares tendrán que aplicar en la explotación? ……(sigue el texto)

Activistas más por necesidad que por voluntad como Mitchell y Rita Capitan fundaron la asociación “Eastern Navajo Dine against Uranium Mining (Navajos del Este contra las minas de uranio)” desde su casa en Crownpoint. Rita dijo en otoño del año pasado: “En 1994, cuando escuchamos sobre la nueva actividad minera, inmediatamente empezamos la discusión en nuestros hogares. Luego decidimos organizar una asamblea comunal para conocer lo que otras personas pensaban sobre esto.” Los Capitans también tomaron contacto con Chris Shuey del “Southwest Research and Information council” (Consejo del Sudoeste de Investigación e Información.)

Shuey dice: “Nosotros hemos gastado más de 2 millones de dólares luchando contra las consecuencias de la extracción de uranio. Nos afecta moralmente que tengamos que emplear tanto tiempo en estas gestiones, a sabiendas que todo este trabajo tan rigoroso debería haber realizado la Comisión del Gobierno Federal para el beneficio de la población.”

Shuey y los Capitans han sostenido durante bastante tiempo que las minas contaminarán el agua potable de la comunidad y la de los pozos municipales. Ellos se preocupan porque las grietas en la estructura subterránea de piedra puedan provocar la filtración de las sustancias químicas en el aquifero y que las compañías no estarían en las condiciones de limpiar el agua de las sustancias químicas y de recuperar su estado original.

En el sureste de Texas, los residentes dicen que las plantas de procesamiento Kingsville Dome y Rosita ISL , manejadas por la compañía Uranium Resources INC., ya han contaminado el agua de los pozos privados. Ellos han demandado a la compañía, pero por falta de datos sobre la calidad del agua del subsuelo o de los pozos de antes de la construcción de las plantas, la compañía ha negado que la contaminación sea resultado de sus operaciones.

Luego, en verano pasado, la Geological Survey de los Estados Unidos publicó un reporte de un estudio encomendado por la US Nuclear Regulatory Commission (NRC). Los activistas dicen que el reporte, que analiza un proyecto piloto de recuperación de aguas subterráneas en el ámbito de la planta procesadora de uranio de la mina Ruth In-Situ Leach Uranium Mine, apoya su posición de que la recuperación del agua subterránea probablemente no sea posible.

Pero a menos de un mes después de que el reporte fuera publicado, un juez de NRC tomó una decisión contra los activistas, descartando las razones de contaminación que ellos plantearon. … (sigue)

Los activistas sufrieron otro revés en mayo cuando la comisión indicó que la contaminación radioactiva que existe en Church Rock por la presencia anterior de unas minas de uranio, es oficialmente considerado “radiación de fondo” - y por lo tanto ésta no será tomada en cuenta como parte de los límites en radioactividad en los que que la compañía HRI tiene que mantener los niveles para que sus operaciones sean calificadas como seguras.

Shuey expresa su incredulidad sobre esta decisión: “no sólo se dejará de limpiar los sitios contaminados existentes, tomando en cuenta estándares seguros, sino que también los proyectos nuevos seguirán contaminándolos. La decisión de autorizar la explotación minera significa que los Navajo serán tratados por el gobierno de los Estados Unidos, interesado en la extracción del uranio, como una “población sin importancia”. … (sigue)

Para los Navajo los riesgos no se limitan a la calidad del agua subterránea. Está en riesgo también su capacidad de determinar lo que sucede en los límites de su reserva. George Hardeen dice: “La definición más simplista de soberanía es que ésta es el derecho que tienen las personas indígenas de hacer sus leyes y vivir con sus leyes.” El Presidente Shirley de los Navajo ha trabajado ya un año y medio- desde que la etnia pasó la resolución de prohibir la minería de uranio en su reserva- viajando por el país y el mundo, buscando apoyo para la prohibición del uranio. “Todos dicen que lo harán y respetarán la soberanía y la ley. Hasta ahora nadie se ha puesto en su contra, pero la campaña va a resultar muy costosa.

Mientras que Shirley ha recibido apoyo de líderes de sindicatos internacionales y de activistas mundiales y un premio en Oslo, Noruega, el Gobernador Bill Richardson ha guardado silencio sobre el tema...

Referente a la soberanidad de los pueblos nativos, Brancard (Director de la Gerencia de Minería en el Departamento de Energía, Minería y Recursos Naturales del estado de Nueva México) dice: “En general, el Estado reconoce el derecho de la Nación Navajo de controlar los recursos de su tierra, pero no hemos tomado una posición pública sobre este tema. El problema en cuestión es el de definir hasta donde llega la jurisdicción tribal la tribu y hasta donde pueden oponerse a la explotación.”

Si bien es cierto que las cuatro minas existentes están situados fuera de los límites de la reserva de los Navajo y una se encuentra en terreno privado, hay otra, que aún estando en territorio del Pueblo Navajo, tiene derechos privados sobre los minerales que extrae. Este problema de jurisdicción hace que el asunto sea más complicado. Mientras que el Pueblo Navajo insiste que tiene control sobro todo dentro de los límites exteriores de la reserva, el estado y el gobierno federal al parecer no comparten esta visión.”

Hardeen dice “El otro aspecto que nadie quiere reconocer es el dinero al que la nación Navajo renuncia al no permitir la minería de uranio en sus tierras. El reconoce que existen necesidades no satisfechas en la reserva y que los Navajo necesitan dinero. El Pueblo Navajo tiene planes para abrir su primer casino y … planea construir una planta de energía eléctrica alimentada con carbón entre Shiprock y Farmington. Pero por la herencia negativa del uranio, el Navajo ha decidido no permitir la explotación de este recurso.”

Como los precios del uranio continúan subiendo -una libra del metal está sobre $54 en el mercado de los minerales-, la minería de uranio está en aumento en Colorado y Texas. En Wyoming se está planeando instalar más minas de uranio. Una compañía de Canadá está explorando minas en Utah, y el año pasado la compañía US Bureau of Land Management realizó denuncios mineros en Arizona Strip, la tierra que se encuentra ubicada entre el Gran Cañón y Vermillion Cliffs National Monument. Entonces uno se pregunta: ¿Qué se estará tramando para Nueva México?

En agosto, la compañía canadiense Strathmore Minerals Corporation anunció haber adquirido 51 nuevos denuncios cerca de Church Rock and Crownpoint, y dos minas compradas a Kerr McGee, planificando su reapertura en la Reserva de los Navajos en el Contado McKinley cerca de Church Rock. Según Dave McIntyre, vocero de la “US Nuclear Regulatory Comisión” de los EEUU, ellos han mantenido “conversaciones” con una de las compañías que tiene interés en abrir una mina cerca de la planta de HRI (cerca de la Reserva de los Navajo).

Por su parte, William López no entiende como este nuevo desarrollo minero busca extenderse hacia la Reserva cuando los residentes locales se oponen y los líderes del pueblo Navajo han dicho que no van a permitirlo. “No respetan nuestros recursos, se ignoran las decisiones de la comunidad y la resolución de prohibir la extracción de uranio.” Y agrega, con dificultades de articular lo que piensa podría suceder, “Creo que las compañías de uranio están encontrando otras maneras para conseguir beneficios para ellos – un negocio raro en los ojos de los residentes locales de los Navajo.”

Notas:
En la minería tradicional de uranio, el mineral es extraído del suelo, enviado a un molino, donde es procesado en un polvo fino llamado “Yellowcake”. Del molino, el polvo es transportado a una planta de conversión que produce UF6 (hexafluoruro de uranio) para el uso en plantas de energía nuclear.

Alrededor de 4.000 Navajo trabajaron en la explotación de uranio antes de 1971. Aproximadamente 1.500 han muerto desde entonces y 1.191 han sido compensados bajo el régimen de RECA, mientras que entre 1.000 y 1.500 Navajo siguen realizando trámites para obtener la compensación del Estado.

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